December 27, 2021
Aun los que nos rendimos ante estas obras sentimos cierto desasosiego, pues nos perturban como placeres prohibidos, como crímenes secretos.
Steven Millhauser es todo un ilusionista. Te muestra una historia que no ha sido pero que pudo haber sido, y lo sabes, aunque al leerla estás más que satisfecho de que te engañe durante lo que dura uno de sus cuentos. Sus historias hablan de hechos, lugares y personajes que nunca existieron, con ciertos elementos de realismo mágico, o directamente elementos fantásticos. Y todo ello rodeado de un halo de nostalgia que lo impregna todo, de tal manera que querrías haber visto algunos de los autómatas de los que habla, por ejemplo. Pero si hay una característica que defina la prosa y las historias de Millhauser, esa es el desasosiego, impregnado de ciertos placeres oscuros como ese lanzador de cuchillos de uno de sus relatos.
No cabe duda de que Millhauser es un escritor que desciende de clásicos como Poe y Hawthorne, lo que queda patente en su manera de escribir, elegante, nítida y elocuente. Otra característica a destacar de los cuentos de Millhauser es que no es de los que se guardan un golpe de efecto para el final de los mismos. Su maestría radica en ir calándonos con la trama durante todo su desarrollo, de tal modo que el cuento al completo es la sorpresa en sí. En mi opinión, esto no es nada fácil.
Estos son los doce relatos contenidos en ’El lanzador de cuchillos y otros cuentos’:
El lanzador de cuchillos, en el que asistimos al esperado espectáculo de Hensch, ¡el lanzador de cuchillos!, capaz de realizar las cosas más increíbles con sus afiladas dagas. Millhauser, con un pulso narrativo soberbio, no deja de perturbarnos.
Una visita, en el que el protagonista es invitado por el que fue su mejor amigo, al que no ve desde hace nueve años, a visitar su hogar y conocer a su esposa. Extraño cuento, donde el elemento fantástico es un pretexto para mostrarnos la peculiar vida del amigo.
La Hermandad de la Noche, en el que asistimos a la preocupación de toda una ciudad por el extraño comportamiento de algunas de sus muchachas. Y es que hay mucha confusión: ¿qué hacen durante esas noches en el bosque, rituales demoníacos, eróticos, estéticos? Poco a poco, con una particular estructura narrativa por parte de Millhauser, que casi parece un artículo periodístico (al más puro estilo ‘Las vírgenes suicidas’, de Eugenides), iremos sabiendo más sobre estas jóvenes. Magnífico relato.
La salida, en el que un hombre sorprende a Harter, el protagonista, con su mujer. ¿Qué decidirá hacer este hombrecillo? ¿Y Harter, qué salida tiene? Muy buen cuento.
Alfombras mágicas, en el que el mayor deseo del protagonista, así como de sus amigos, es tener una alfombra con la que surcar los cielos. Un cuento maravilloso, que destila pura nostalgia por una época pasada.
El nuevo teatro de autómatas, en el que sabremos de la pasión de toda una ciudad por la fabricación y el espectáculo con autómatas, arte que está al alcance de unos pocos maestros. Hasta que aparece un genio atípico, Heinrich Graum, y sus nuevas ideas. Gran relato.
Clair de lune , en el que una noche de verano, un chico de quince años no puede conciliar el sueño, quizás debido a la extraordinaria luminosidad de la luna, así que decide salir a pasear. Buen cuento, también de corte nostálgico.
El sueño del consorcio, en el que un consorcio se hace con unos grandes almacenes, ante el escepticismo de algunos ciudadanos. Las extraordinarias ideas de los nuevos dueños no se harán esperar. Magnífico relato, que recuerda a su novela ‘Martin Dressler’, ganadora del Premio Pulitzer.
Vuelo en globo, 1870, en el que acompañamos a un soldado francés y a su piloto, mientras sobrevuelan en globo las líneas prusianas. Quizás el cuento más flojo.
Paradise Park, en el que conocemos la increíble historia del parque de atracciones Paradise Park, desde su inauguración en 1912, hasta su terrible destrucción a causa de un incendio en 1924. Sarabee, su artífice, fue todo un visionario, capaz de dar forma a las más fantásticas atracciones, con un único afán, superarse continuamente. Gran relato.
Habla Kaspar Hauser, en el que asistimos a la conferencia impartida en Nuremberg por Kaspar Hauser, en la que nos contará su historia, partiendo del hecho de su terrible encierro en una torre a oscuras durante años. Nueva versión del mito del pequeño salvaje. Buen relato.
Bajo los sótanos de nuestra ciudad, en el que se nos relata la afición que tiene una ciudad por sus túneles, de origen indio, que más que una curiosidad son un refugio, una obsesión. Buen cuento, donde brilla la imagen de esos ancianos faroleros alumbrando los pasadizos.
Solo puedo decir una cosa de Millhauser: haceros con cualquier libro que lleve su nombre. No os arrepentiréis.
En los largos veranos de mi infancia, los juegos estallaban súbitamente, ardían con un resplandor y desaparecían para siempre. Los veranos eran tan largos que poco a poco llegaban a durar más que el año entero, se estiraban lentamente más allá del borde de nuestras vidas, pero en cada instante de su vastedad estaban por terminar, pues eso hacían los veranos: nos acicateaban con el final, marchaban siempre hacia la larga sombra que arrojaba el final de las vacaciones.