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768 pages, Hardcover
First published September 23, 2015
—(...) Aún así, dicen que Ramiro actúa con mucha libertad, e incluso ha iniciado el reparto de tenencias entre los más importantes señores con el objetivo de seguir manteniendo la fidelidad que estos habían prestado con anterioridad a Sancho el Mayor. Les entrega la tenencia y después manda edificar la fortificaciones, de ese modo el señor debe vigilar la evolución de la obra, como sucede en Loarre.
—Sí, he oído sobre esa práctica en las obras. Después los señores deben poner sus huestes al servicio del rey, durante tres meses al año en sus cabalgadas. Creo que cada señor del reino aporta hasta una docena de hombres a la hueste o cabalgada.
—Crees bien. Aunque ya se sabe, los señores nunca viven en los castillos, como habrás podido comprobar (...).
[Fortún y Eneca contemplan el capitel de una columna]
—La lujuria —dictaminó Eneca a su lado.
—Lo sé. —Fortún no pudo evitar sonreír.
—¿Por qué nos veis a las mujeres de esa manera?
—Es la Iglesia quien lo hace, no yo.
—Tú lo permites.
—Eneca, ¿qué quieres que haga?
—¿Tú crees que yo soy así? ¿Que tiento a los hombres para que pequen? No será más bien que buscáis una excusa en nosotras para vuestros pecaminosos comportamientos.