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186 pages, Paperback
First published January 1, 1949
After bathing their arms in the blood of the white man, the Negroes ran toward the big house, shouting death to the master, to the Governor, to God, and to all the Frenchmen in the world. But, driven by a longstanding thirst, most of them rushed to the cellar looking for liquor. Pick-blows demolished kegs of salt fish. Their staves sprung, casks began to gush wine, reddening the women’s skirts. Snatched up with shouts and shoves, the demijohns of brandy, the carboys of rum, were splintered against the walls. Laughing and scuffling, the Negroes went sliding through pickled tomatoes, capers, herring roe, and marjoram on the brick floor, a slime thinned by a stream of rancid oil flowing from a skin bag.
“Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo”.
Aquella tarde los esclavos regresaron a sus haciendas riendo por todo el camino. Mackandal había cumplido su promesa, permaneciendo en el reino de este mundo. Una vez más eran birlados los blancos por los Altos Poderes de la Otra Orilla. Y mientras Monsieur Lenormand de Mezy, de gorro de dormir, comentaba con su beata esposa la insensibilidad de los negros ante el suplicio de un semejante -sacando de ello ciertas consideraciones filosóficas sobre la desigualdad de las razas humanas, que se proponía desarrollar en un discurso colmado de citas latinas- Ti Noel embarazó de jimaguas a una de las fámulas de la cocina, trabándola, por tres veces, dentro de uno de los pesebres de la caballeriza.