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232 pages, Paperback
First published January 1, 1979
El viernes pasado, 16 de abril de 1943, tuve que interrumpir a media tarde mi trabajo en el laboratorio y marcharme a casa, pues me asaltó una extraña intranquilidad acompañada de una ligera sensación de mareo. En casa me acosté y caí en un estado de embriaguez no desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados (la luz del día me resultaba desagradablemente chillona) me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció.
En el germinar, crecer, florecer, tener frutos, morir y rebrotar de las plantas, en su ligazón con el sol, cuya luz son capaces de transformar bajo la forma de compuestos orgánicos en energía químicamente ligada, de la cual luego se forma todo lo que vive en nuestra tierra… en esta naturaleza de las plantas se revela la misma fuerza vital misteriosa, inagotable, eterna, que nos ha creado también a nosotros y luego nos vuelve a su seno, en el que estamos protegidos y unidos con todo lo viviente.
[…] a través del espíritu de la verdad llegaremos al conocimiento de la creación y con ello al reconocimiento de nuestra unidad con la verdad más profunda y universal, con Dios.
Lo más importante fue para mí el reconocimiento, confirmado por todos mis experimentos con LSD, que lo que de común se denomina «realidad», incluida la realidad de la propia persona, de ningún modo es algo fijo, sino algo de múltiple significación, y que no existe una realidad, sino varias; cada una de ellas encierra una distinta conciencia del yo.